• Sáb. Abr 27th, 2024

Había una vez en cierto pueblo, dos hombres que se llamaban Joaquín González. Uno era sacerdote y el otro taxista. El destino hace que los dos hombres mueran el mismo día. Entonces, llegan al cielo, donde los espera San Pedro.

– ¿Tu nombre?
– Joaquín González.
– ¿El sacerdote?
– No, no, el taxista.
San Pedro consulta su lista y dice:
– ¡Te has ganado el Paraíso! ¡Te corresponden estas túnicas de seda con hilos de oro y este bastón de platino con incrustaciones de rubíes! ¡Puedes pasar!
– ¡Gracias, gracias!… dice el taxista.
Al rato le toca el turno al otro Joaquín, que había presenciado la entrada del taxista al paraíso.
– ¿Tu nombre?
– Joaquín González.
– ¿El sacerdote?
– ¡Sí!
-¡Muy bien, hijo mío! ¡Te has ganado el Paraíso! Te corresponde esta bata de poliéster y este bastón de plástico.
El sacerdote dice:
– ¡Perdón San Pedro!, no es por presumir, pero debe haber un error. ¡Yo soy Joaquín González, el sacerdote!
– ¡Sí, hijo mío!, te has ganado el Paraíso, la bata de poliéster y el bastón de plástico.
– ¡No puede ser! Yo conozco al otro señor, era un desastre como taxista, se subía a las aceras, conducía ebrio, no respetaba las señalizaciones, conducía con exceso de velocidad, etc… y yo me pasé 50 años de mi vida predicando en la parroquia. ¡Cómo puede ser que a él le toque una túnica con hilos de oro y un bastón de platino, y a mí esto… ¡Debe haber un error!
– ¡No, no es ningún error! – dice San Pedro. Lo que pasa es que aquí en el cielo ha llegado la evaluación por competencias. Nosotros ya no hacemos las evaluaciones como antes.
– ¿Cómo? ¡No entiendo!
– ¡Verás!, ahora nos manejamos por Competencias, habilidades y resultados. Te voy a explicar tu caso y lo entenderás enseguida: Durante esos cincuenta años, cada vez que predicabas, la gente se dormía, pero, cada vez que el taxista conducía, la gente rezaba y se acordaba de Dios. Entonces, ¿quién vendía mejor nuestros servicios? ¡Nos interesan los resultados, hijo mío…!
¡¡RE – SUL – TA – DOS!!